OPINIÓN

Bruce Lee contra el poder gay: 'brucexploitation' a la brasileña

Bruce Lee contra el poder gay: 'brucexploitation' a la brasileña
Bruce Lee contra el poder gay: 'brucexploitation' a la brasileña
Bruce Lee contra el poder gay: 'brucexploitation' a la brasileña

Lo de Bruce Lee fue algo exagerao. Creo que podría ser el icono del cine más conocido a nivel mundial del siglo XX: más allá de occidente y su continente natal, el tipo era igualmente popular hasta en el bloque comunista o en el enorme continente africano, mientras que buena parte del mundo pasaba de James Bond o Star Wars. Precisamente vamos a analizar su gigantesca influencia a nivel global en una nueva serie de artículos en los que comentaremos clones de Bruce que se realizaron en lugares como Egipto, Nigeria, España (sí, sí)... o Brasil.

Y ojito con la propuesta brasileña. MUCHO OJITO. Porque es uno de esos films que suenan demasiado bien para ser verdad: Bruce Lee vs el poder gay. Y cuando algo suena demasiado bueno para ser verdad, es que es así. El título internacional no es más que una broma que le pondría algún tipo, ya fueran los de Video Search of Miami o alguno de Tarstarkas.net. Aún así es posiblemente uno de los más bizarros y extraños ejemplos de "kung fu caspa" a nivel mundial.

El protagonista aquí es un tal Adriano Stuart, director de unas cuantas películas y, sobre todo, conocido por trabajar en el programa de humor brasileño Os Trapatoes, absolutamente mítico para los cariocas: algo así como los Martes y 13 de este país. En 1975, tras varias temporadas haciendo el chorra en la tele, a Stuart le apeteció hacer cine, y pensó que en la parodia de las artes marciales tenía un nicho fácil y seguro. Se ve que el éxito televisivo dirigiendo a los Trapatoes le había puesto el ego por las nubes: no dirigió, sino que además escribió el guión... ¡y fue el protagonista! En la mente de nuestro héroe sólo había una persona digna de ser el Bruce Lee brasileño, y era él. Aunque sea con un pelo de click horrososo y una jeta que nos recuerda al tipo que cantaba en Rush.

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Bruce Lee vs el poder gay, en realidad, parece parodiar más a la serie Kung Fu que a Bruce Lee, aunque la imagen del tipo sea claramente la del actor chino. El argumento, así a grandes rasgos, parece el de un episodio de esta serie. O del Equipo A. Stuart "interpreta" a un ex-monje Shaolin que ha vuelto a su hogar para reunirse con los suyos. La zona es ahora presa de un grupo de bandidos, dirigidos por "El capitán", y en uno de sus asaltos, matan a los padres de Bruce y violan a su hermana. El héroe decide entonces acabar con ellos y vengar a su familia. Comienza un pulso entre ambos bandos por aniquilarse mutuamente.

Estamos ante un filme ciertamente esquizofrénico, donde se alternan tonos completamente dispares sin solución de continuidad. En una de sus primeras escenas nos presenta a un grupito de bandoleros, torpes y estúpidos, en una escenita muy propia de El chavo del ocho (de gran éxito en Brasil). Acto seguido, cambiamos este referente por La violencia del sexo: los mismos bandidos payasetes revientan a tiros a dos personas y violan a una mujer en una incómoda escena propia del mejor cine de violación y venganza. Se queda uno un pelín catacrocker ante el choque de estilos. Esto será una constante a lo largo de la película: podemos ver a la banda del moco comportarse con inusitada crueldad y, en la escena siguiente, protagonizar escenas cómicas con confusiones, chistes de mariquitas, caídas y trompazos.

El festival de hostias, mal rollo y comedia chusca no consigue cuajar como un todo en ningún momento, y el espectador, simplemente, se aburre. Es una tortura sentarse a pasar más de hora y media con este bodrio. Y eso que hay bastante acción: el propio Bruce Brasil es capaz de dar bastantes patadas, pero las escenas son larguísimas y tan mal rodadas como las de Los kalatrava contra el imperio del kárate. En el reparto tenemos a varios actores capaces de dar buenas patadas de capoeira, como sucede con el propio protagonista, pero la alienante dirección de Stuart les arrebata cualquier tipo de energía que pudieran transmitir. Esto sucede hasta en el clímax, sucio y violento y más propio de un spaguetti western, aunque en realidad a lo que más se parece es al final de la mítica Sholay.

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Bruce Lee contra el poder gay se llama originalmente Kung fu vs bonecas. Bonecas significa "muñecas" y era una manera popular de referirse a los afeminados. Efectivamente y como he indicado antes, sí que tenemos unos cuantos chistes de gays a lo largo del metraje: hay numeritos musicales propios de un musical petardo (!!), un trannie con el que el protagonista tontea, personajes que de repente demuestran mucha pluma y bromas sobre hacer el trenecito. El propio Bruce lleva un camiseta rosa propia de un gay 70s o un hipster del nuevo milenio. Pero estos chistes son tan dispersos, y contradictorios con otros rasgos de los personajes, que estos jamás quedan retratados como homosexuales, ni ejercen ningún tipo de "poder gay". Ni siquiera como malvados amanerados que se enfrentan a Bruce. ¡Si él mismo lleva una camiseta rosa bastante modosa! Otro fracaso más del director Stuart, incapaz de dar sentido al título del film. Como diría Armabot... Un timo, ¡UN TIMO!

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Parece que su intención, más que parodiar al colectivo gay, es homenajear al cine de "cangaceiros", o bandoleros. Se trata de unas películas muy populares en el país durante los 50 y 60, en el que grupos de bandidos con buen corazón se enfrentaban a los malvados terratenientes del norte del país, que explotaban a los campesinos y se saltaban las leyes a la tolera. Ante la impasibilidad del gobierno brasileño, son estas bandas de salteadores, Robin Hoods brasileños, los que tenían que hacer un poco de justicia. Estos existieron en la vida real, pero sus motivos eran bastante menos nobles de los presentados en la gran pantalla: de hecho no era raro que acabaran al servicio de los propios "coroneles" que mandaban en las regiones. En todo caso, al principio fueron figuras románticas, y se convirtieron en protagonistas de decenas de películas de aventuras, y es este género, desconocido por aquí, el que pretende parodiar Stuart. Y si bien no estoy familiarizado con él, me arriesgo a decir que tampoco debió lograr especialmente bien su objetivo, porque, simplemente, esto no hay quién lo aguante.

Aún así, considero el visionado de esta cinta como una experiencia provechosa: es una refrenda de la popularidad de Lee a nivel global, sirve como acercamiento al cine exploitation brasileño y además nos descubre la existencia de todo un nuevo subgénero local en el que sumergirme durante los próximos meses. Puedes cabrearte porque la peli es un horror, o adaptarte y sacar lo positivo de la experiencia. Yo lo tengo claro: be water, my friend.

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