OPINIÓN

Mad Max

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Un juego salvaje para un icono cinematográfico renacido. ¡Sed testigos!

Mad Max: Furia en la Carretera seguramente es el mejor estreno de lo que llevamos de año. O al menos, la peli que más nos ha gustado en Bazinga! en este 2015. Brutal, enorme, épica, sucia y ruidosa. La esencia nitrosa de un icono cinematográfico que ha sabido reinventarse y convertirse en un éxito de crítica y público, a pesar de sus modestos orígenes de Serie B. Ahora toda su fuerza conceptual y sus caballos de potencia llegan a los videojuegos. Sed testigos y acompañad al “Guerrero de la Carretera” en este título Avalanche Studios. Situada cronológicamente entre Mad Max 2 y la nueva cinta de George Miller, Furia en la Carreta, Max deberá sobrevivir en el yermo. Sin coche, sin agua, sin armas. Casi sin esperanza. Pero con una gran capacidad para sobrevivir, normalmente a base de ultra violencia.

Max deberá explorar un amplio territorio en busca de recursos para sobrevivir y las piezas necesarias para reconstruir su vehículo, el Magnus Opus, y convertirlo en una imparable máquina de guerra, con el fin de acabar con el señor de la guerra local, Lord Scrotus. La trama tampoco es que importe demasiado (aunque el final resulta bastante potente), lao importante en el juego es tu capacidad de exploración y tus dotes para la acción frenética tanto al volante como a pie.

El juego tiene un planteamiento similar al de otros éxitos recientes distribuidos por Warner Interactive, como Sombras de Mordor o Batman: Arkham Knight. Un inmenso escenario, algún que otro puzzle, persecuciones a gran velocidad y peleas con golpes que duelen tan sólo de verlo. Resulta una auténtica gozada asaltar caravanas de combustible en por el desierto, conduciendo tu coche a gran velocidad mientras embistes a otros vehículos y tratas de hacerlos saltar por los aires armado con tu arpón, o con un preciso disparo contra las ruedas o el depósito de combustible. Esos combates motorizados son frenéticos y el punto más innovador y divertido del juego. En cuanto empieces a avanzar en el juego y a mejorar las características del Magnus Opus casi que no querrás hacer otra cosa.

Pero no te va a faltar trabajo: además de la trama principal, que avanza poco a poco, tendrás muchas misiones secundarias y evento aleatorios que te mantendrán entretenido. Estas pequeñas aventuras pueden suponer un discreta infiltración de sabotaje en un campo enemigo, o saquear algún puesto de vigilancia saltándole los dientes a todo aquel que se cruce por tu camino. Las peleas son un elemento fundamental del juego. Si el agua es escasa (acuérdate de rellenar tu cantimplora siempre que puedas), la munición lo es todavía más. Así que no soluciones con un valioso disparo lo que puedas arreglar con unos cuantos golpes contundentes. Y son contundentes y definitivos de verdad, nada que envidiar a lo que hemos visto hacer a Batman en los últimos años.

Aunque hay algunos secundarios de cierta importancia, como tu pintoresco mecánico, o algunos villanos de lo más bizarro, el otro gran protagonista del juego es el escenario mismo. Un mapa enorme que a pesar de tratarse de un páramo desértico está lleno de zonas alucinante, con alguna sorpresas, y una climatología siempre cambiante y espectacular. Alguna que otra vez te sorprenderás a ti mismo mirando el atardecer o una tormenta de arena lejana desde una duna en lugar de estar buscando comida y piezas de repuesto.

Sin duda Mad Max es un juego a la altura de la fama, que algunos fans hemos esperado durante 30 años y que tal vez pueda pasar algo desapercibido en el momento de su lanzamiento debido a su lejanía respecto a la fecha de estreno de la película o la coincidencia con otros lanzamientos de gran renombre en la misma semana.

Personalmente es un juego brutal, de esos que siempre puedes poner para disfrutar de algunos momentos épicos, ya sea de manera puntual o en partidas largas. Yo sólo le puedo sacar dos puntos negativos: que no comparta con Mad Max Furia en la Carretera su magnífica y sobresaturada paleta de color y esa potentísima banda sonora de Tom Holkenborg.

Esto es Bazinga!, donde el yermo desololado y post-apocalíptico del futuro es nuestro patio de recreo.

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