[Crónica Gijón 2014] Oxígeno a mitad de festival

Respiramos con el nuevo largometraje de Mélanie Laurent, un interesante retrato sobre la adolescencia.
[Crónica Gijón 2014] Oxígeno a mitad de festival
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[Crónica Gijón 2014] Oxígeno a mitad de festival

¿De qué se habla en Gijón? De la ausencia de Terry Gilliam, que ya ha abandonado la ciudad aunque lo hizo por todo lo alto: su película gustó bastante. También de lo bien que están funcionando los encuentros con el público en las diferentes secciones y del nivel de la sección oficial, que estos últimos días ha recibido algunas películas defendibles al menos por ciertos grupos de usuarios. Todo lo que genere ese debate, bienvenido sea.

¿Qué has visto? Comenzando por la sección oficial a concurso, le ha tocado turno a la francesa Les combattants de Thomas Cailley, un debut solvente y con algunas ideas muy buenas que viene con un premio FIPRESCI bajo el brazo, recibido nada menos que en la Quincena de Realizadores de Cannes. Contando la historia de dos jóvenes que se alistan en un campamento militar por razones muy diferentes, se trata no obstante de un film ligero, una comedia en cierto modo en la que sus personajes descubren su posición en el mundo y hasta qué punto luchar por lo que uno cree merece o no la pena. Si a nivel técnico es solvente, su realizador se guarda un par de muy buenas secuencias en la manga y cuenta con un reparto sólido liderado por sus dos protagonistas, Kévin Azaïs y Adèle Haenel. No obstante, es una película algo marciana en la medida en que a veces encuentra su tono adecuado pero rápidamente lo cambia por otro, alternando lo cómico con lo trágico hasta llegar, en ciertos momentos, a romper climax de forma abrupta. No es una mala película pero se nota que es un debut; y como tal, es uno sólido, aunque un autor con más rodaje y carrera habría sido capaz de trasladar este mismo guión con algo más de gracia.

Lo decíamos hace unos días y hemos cumplido nuestra palabra, pues hoy han tocado nada menos que dos películas de la sección de la crítica, Convergencias. La primera ha sido la que teníamos pendiente, y ha resultado ser (de las tres vistas) la mejor de todas. Su nombre es Respire y la dirige nada menos que una de las 'malditas bastardas' de la película de Tarantino, Mélanie Laurent. En su segundo largometraje como realizadora, la habitualmente actriz francesa entrega una película que sabe bien cómo navegar por un territorio a medio camino entre el cine de autor y aquel con cierta aspiración de funcionar en la taquilla, tejiendo la histora de dos adolescentes que se cruzan cuando una de ellas llega al instituto y se hace amiga de una chica en particular. Su relación es el eje de una película en la que no falta lo habitual en este contexto (fiestas, amoríos, complicidad; es decir, todo lo que define la adolescencia, al uso) y en la que se añaden aspectos más importantes como el acoso escolar, las venganzas desmedidas fruto de la inmadurez y los problemas personales de estos dos personajes femeninos, bastante bien escritos e interpretados. Respire funciona en global, la realización es solvente y juega bien sus cartas aunque a veces a Laurent le pierde el tener miedo a ser muy independiente y en la segunda mitad del film introduce elementos puramente cinematográficos. Por decirlo de alguna forma sin incurrir en destripes argumentales (spoilers), parece que a la actriz/directora le marcó cierta película ochentera de Adrian Lyne.

Dentro de la misma sección pudimos ver Atlántida de la argentina Inés María Barrionuevo. Efectivamente, tercera película de la sección, y no falla: todas hechas por mujeres. A su manera, Barrionuevo toca los mismos temas que Laurent pero el acercamiento es radicalmente opuesto, pues aquí importa el devenir de sus protagonistas pero hay tan poco énfasis en 'lo importante' que es una película que funciona como un libro abierto con las páginas en blanco, en el que cada espectador puede escribir unas cuantas líneas. Cercana a esta nueva corriente de cine local en el que se sigue desde la nuca a sus personajes femeninos (ya lo hizo Milagros Mumenthaler con Abrir puertas y ventanas en 2011), cuenta la historia en paralelo de dos hermanas en una situación de descubrimiento, no diremos de qué para no desvelar el argumento, pero en verdad no es que sea una película de sorpresas narrativas. Quizá sea ese su problema, no tanto la factura técnica que es muy solvente, como sí su incapacidad para enganchar (al menos, a un servidor). Lo que veo en pantalla no me atrapa, no me conmueve. Entiendo el objetivo de la película y ahí acaba mi relación con ella. Como debut no es un desastre pero le falta fuerza e incluso algo de personalidad, algo que justifique el uso de ciertos recursos, porqué se incluyen según qué cosas, etcétera.

Cerramos con el nuevo largometraje del animador francés Jacques-Rémy Girerd, cuya primera película (La profecía de las ranas, 2003) llegó a editarse en nuestro país. Mucho ha madurado su autor desde entonces, y en Tante Hilda! vemos ya a un autor en plena posesión de sus facultades: secuencias frenéticas, un trazo bellísimo en animación tradicional (que ha costado siete años realizar, por cierto) y un acabado espléndido. Es de hecho una película anacrónica en la forma en que usa la música y cómo remite, por su aliento aventurero y construcción de personajes a Tintín y series de los 80 y 90. Todo esto, por desgracia, está al servicio de un guión algo discutible, que tiene un mensaje ecologista muy marcado y que alecciona en lugar de limitarse a dejar caer la posibilidad. En este aspecto es un film que quizá podría haber buscado otro camino, pero que es indiscutiblemente un trabajo muy sólido a nivel puramente artesanal. Funcionando en ese aspecto y con la recomendación de tener a un adulto explicándole a los niños el contenido del film, es fácil recomendarlo como un buen ejemplo de animación bien realizada y con conciencia. No obstante, sirva decir que el film previo de Girerd (Mia et le Migou, 2008) trataba el mismo tema de forma más sólida.

¿Qué te has perdido? Métamorphoses de Christophe Honoré. El realizador francés presentaba su nuevo largometraje y ha dividido a todo el mundo. Carlos Pumares, ilustre donde los haya, nos contaba después de la proyección que sólo fue capaz de soportarla en torno a quince minutos. Para entonces, ya se había salido de la sala. Un señor con principios, sin pelos en la lengua.

Gijonmetro: El premio al mejor actor recibe nuevos nombres a considerar, como el de Dawid Ogrodnik (Life Feels Good). La deconstrucción de mitología o conceptos adaptados a los tiempos modernos suele tener su miga y quizá Christophe Honoré pueda optar a guión por su Métamorphoses. Está por ver, claro. De momento, lo mejor sigue siendo lo que llevamos diciendo varios días: Calvary y White Bird on a Blizzard.

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