'Falsicuelas' a granel: el apasionante mundo de las secuelas piratas

¿Has oído hablar alguna vez de 'Amélie 2'? ¿Y de 'Titanic II'? ¿Sabías que 'Malditos bastardos 2' se rodó en 1987? Después de leer este reportaje, a lo mejor no querrías haberte enterado nunca...

Aunque su predominancia sobre la producción de Hollywood parece haberse relajado en este último par de años, las secuelas de cine siguen campando por sus respetos, ganándose tantos adeptos como detractores y suscitando informes en la prensa, bien alarmistas, bien meramente informativos. Ahora bien: esto se refiere sólo a las continuaciones de filmes que llegan respaldadas por grandes estudios, grandes presupuestos y (ocasionalmente) por actores y directores conocidos. Porque, en un rincón oscuro, de esos donde sólo CINEMANÍA se atreve a mirar, están las 'otras' secuelas: productos estrenados de forma vergonzante, destinados muchas veces a circuitos restringidos de distribución y de los que sólo se habla entre susurros... O entre carcajadas, porque estamos hablando de filmes sin nada que ver con las películas originales, y cuya condición de continuaciones es una ficción sustentada sobre el oportunismo, los títulos tramposos y el morro puro y duro. Engendros, en suma, a los que nosotros hemos dado en bautizar con el neologismo "falsicuela" (combinación de "falsa" y "secuela", pero también de "a ver si cuela") y de los que te ofrecemos algunos increíbles, pero reales, ejemplos.

Amélie 2 (Laurent Firode, 2000)

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¿Da el pego, o se la ve venir? En principio, esta falsicuela debería resultar menos cantosa que sus compañeras de este informe. No en vano es una producción francesa, ambientada en el siempre romántico París y con Audrey Tautou como protagonista. Pero al fan de ojos atentos la cosa empezará a olerle a cuerno quemado cuando se fije en la fecha de producción: si la Amélie que todos conocemos y amamos llegó a los cines en 2001... ¿a santo de qué está fechado este filme un año antes? Pues, por supuesto, porque no tiene nada que ver con la cinta de Jean-Pierre Jeunet. La presunta Amélie 2 es, en realidad, Le Battement D'Ailes Du Papillon, un filme cuya repercusión internacional fue más bien discreta y que sigue inédito en España, pero que tuvo distribución en el sudeste asiático (Hogn Kong y Corea, concretamente) aprovechando el tirón de la Tautou. La película en sí es una comedia romántica que aprovecha el socorrido pretexto del 'efecto mariposa' para enrollar a su protagonista con Faudel, el Alejandro Sanz, por así decirlo, de la música raï francoargelina. Suponemos que, tras constatar que les habían metido un gol, los espectadores hongkoneses y coreanos debieron quedarse picuetos.

Troll 2 (Drake Floyd, 1990)

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¿Da el pego, o se la ve venir? Sí, es ella: la película que Drake Floyd (seudónimo, recordemos, de Claudio Fragasso) filmó en EE UU sin tener ni repajolera idea de inglés, y cuyo eje argumental es la invasión de una horda de duendes vegetarianos. Un trabajo tan aberrante y primigenio que ya ha sido objeto de un documental (Best Worst Movie, 2009) y cuyo delirante rodaje daría para una película de ficción. ¿Hace falta algo más para incrementar el despropósito? Pues sí: Troll 2 es una falsicuela. Resulta que el título original de la cinta era Goblins, pero los productores decidieron jugar la carta del título con número para parasitar el éxito (discretísimo, eso sí) de Troll, cinta estadounidense de terror fechada en 1986. Por si todo esto fuese poco, la propia Troll 2 ha tenido sus propias secuelas apócrifas, ambas firmadas, además, por el inigualable Joe D'Amato. La primera de estas Troll 3 de chichinabo fue una cinta de bárbaros cachas titulada aquí Ator y la espada de Graal (1990), mientras que la segunda (Contamination .7, 1993) resultaba un exploit de  Temblores que reemplazaba a los gusanos de arena por plantas. Señor, qué manía...

House III (James Isaac, 1989)

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¿Da el pego, o se la ve venir? No todas las falsicuelas que en el mundo han sido se han fraguado en los despachos de exóticas distribuidoras, o en las mentes calenturientas (y, a menudo, italianas) de productores con mucho morro. A veces, el germen de una continuación apócrifa puede deberse a un sencillo proceso: si tenemos entre manos una película que no pinta muy allá, pero cuya premisa argumental resulta similar a la de un filme de éxito, pues cambiamos el título a última hora  y vamos que nos matamos. Ese es justo el caso de esta (presunta) continuación de la serie que arrancó con House: Una casa alucinante en 1986. Mientras que las dos primeras entregas le daban un giro cómico al subgénero de mansiones encantadas, House III resultaba de lo más seria y de lo más gore. ¿La razón? Pues la que ya te estarás imaginando: en realidad se trata de un filme titulado The Horror Show, rebautizado por las bravas para su distribución fuera de EE UU. ¿Lo más cachondo de todo? Pues que, cuando se estrenó en 1992, la tercera parte de la saga original apareció con el título de House IV. Sí, a nosotros también nos cuesta pillarlo.

Alien 2 - Sulla Terra (Sam Cromwell, 1980)

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¿Da el pego, o se la ve venir? Comencemos proporcionando una somera pista: Sam Cromwell consta como Ciro Ippolito en el censo de Nápoles, su ciudad natal, y este filme se estrenó en la edad de oro de la serie B italiana. ¿Hace falta decir más? Pues, la verdad, no: sólo una manifiesta cortedad de luces, o el hecho de haberte ventilado ya todos los filmes de Cannon y New World ofrecidos por tu videoclub de cabecera podía hacerte pensar que esta falsicuela tenía algo que ver con Ridley Scott Sigourney Weaver. Como ya consignamos en nuestro reportaje sobre los plagios más cutres de la saga Alien, Alien 2 transcurre en el siglo XX, la mayoría de su metraje tiene lugar en una cueva y, además, contiene una cantidad de gore sin nada que ver con el suspense y la sutileza xenomorfas. Ni a las mentes más retorcidas de la corporación Weyland-Yutani se les hubiese ocurrido algo así.

The Terminator II (Vincent Dawn, 1989)

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¿Da el pego, o se la ve venir? ¡Vaya, otra vez por aquí el señor Claudio Fragasso, qué alegría! Y resulta que el autor de Troll 2 (ejerciendo, esta vez, de guionista) no viene solo, sino acompañado por otro titán de la exploitation italiana: el tal Vincent Dawn, que dirige esta presunta continuación de Terminator, no es otro que Bruno Mattei, ilustre autor tanto de Cicciolina, amor mío como de Robowar y Año 225, después del holocausto. Un tipo versátil donde los haya, vamos, que aquí nos ofrece un filme donde los cyborgs asesinos ni están ni se les espera... Básicamente porque esto no tiene nada que ver con la saga de Linda Hamilton y Schwarzenegger, sino que es un plagio de Aliens ambientado en una Venecia futurista, y en el que los bichos de rigor son mutantes transformados por una nube tóxica. Vamos, que Fragasso y Mattei se las apañaron para hacerle dos peinetas a James Cameron en una sola película: si eso no es una hazaña digna de admiración, que venga Skynet y lo vea.

Titanic II (Shane Van Dyke, 2010)

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¿Da el pego, o se la ve venir? De jovencito, cuando era el presi del club de ciencias de su colegio, al pobre James Cameron le debieron caer collejas por docenas. Y ahora que es todo un señor de Hollywood, tan serio y tan megalómano él, pues también ha sido víctima de alguna que otra toba desde el mundo de la serie B. Sin ir más lejos, años después de The Terminator II,  los cachondos responsables de The Asylum (la productora de mockbusters por antonomasia) se cebaron en el dramón romántico con transatlántico que coronó al canadiense como rey del mundo. Por supuesto, aquí tiene que haber truco, y vaya si lo hay: Titanic y Titanic II sólo tienen en común una cosa, y es que en ambas hay un buque de pasajeros que choca con un iceberg. Un iceberg cuyo garbeo por el océano se debe, en esta ocasión, al calentamiento global. Para que luego digan que los piratas del cine directo a dvd no se preocupan por el medio ambiente.

Inglorious Bastards 2: Hell's Heroes (Max Steel, 1987)

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¿Da el pego, o se la ve venir? Como todos sabemos, Quentin Tarantino es un hombre de múltiples recursos. Ahora bien: aunque la idea nos parece maravillosa, no creemos que el genio de la gran mandíbula tenga en su garaje un DeLorean con condensador de Fluzo. Así pues, ¿cómo es posible que la secuela de Malditos bastardos (porque esto es lo que pretende ser este filme, dado su título) esté fechada en 1987, cuando Quentin contaba 24 años y aún curraba en un videoclub? A estas alturas, las explicaciones deberían sobrar, pero allá vamos: Inglorious Bastards 2 no es otra que Eroi dell'inferno, producción bélica realizada, con el seudónimo de rigor, por el muy currante Stelvio Massi, autor de Y dejaron de llamarle Camposanto, Buen funeral, amigos, paga Sartana o Joven y bella deshonrada con honor, entre muchas otras. Rebautizada por la distribuidora estadounidense Asiavision, especialista en esta clase de maniobras, la falsicuela está ambientada en la Guerra de Vietnam, cuenta con Miles O'Keefe (rostro y bíceps de Ator el poderoso) como prota y sólo comparte con la cinta de Tarantino la presencia del actor afroamericano Fred Williamson. Ahora bien: como amante que es del cine italiano más desaforado y cutre, sospechamos que el cineasta debió partirse de risa al enterarse de la jugada.

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