Gráfico: ¿Por qué hay tantas explosiones en el cine de Michael Bay?

Gusten más o menos los resultados, a lo largo de sus nueve largometrajes, Michael Bay ha desarrollado una gramática y estilo visual propios que no sólo dotan a sus aparatosos y pirotécnicos blockbusters de reconocibles señas de identidad (la autoría ferrea nunca ha estado reñida con el descalabro crítico), sino que se han propagado por todo el cine de acción mercenario hollywoodiense de las últimas dos décadas. Algunos de los elementos más reconocibles del sello Bay son las dinámicas de colegueo testosterónico, los travellings circulares, las mujeres esculturales como atrezzo, el despilfarro de munición y, por encima de todo, la explosiones. En el universo del director de Bad Boys y Armageddon, todo tiene la capacidad de explotar entre llamaradas de fuego.

Sin embargo, esto no ha sido siempre del todo así. Tal y como recoge una colección de gráficos elaborada por Jeffrey Frankenhauser a partir de los datos cuantificables que se desprenden de la filmografía de Bay, el incremento acelerado del número de explosiones por película tiene su mayor crecimiento durante la trilogía Transformers. ¿Por qué? Si comparamos la gráfica con el número de explosiones y el rendimiento en taquilla de los filmes, se descubre que se trata de líneas casi idénticas. El descenso en pinpanpums de la distopía de La isla le correspondió un bajón en recaudación que fue rápidamente solventado con los destrozos pirotécnicos de los Autobots y Decepticons.

Si eliminamos cualquier otra variante de la ecuación, la correlación está clara. Así las cosas, sólo podemos esperar que la siguiente película de Bay sean 180 minutos exclusivamente dedicados a la bella abstracción de ver cómo revientan cosas: éxito de taquilla asegurado.