Las películas más homicidas de la historia del cine

Muertes y asesinatos no son difíciles de encontrar en cualquier filmoteca. Pero hay algunos largometrajes que se llevan la palma en lo que a víctimas se refiere.
Las películas más homicidas de la historia del cine
Las películas más homicidas de la historia del cine
Las películas más homicidas de la historia del cine

Las madres tienen un sexto sentido para la violencia de las películas. En cuanto ven el menor atisbo de sangre, oyen el leve zumbido de una bala o intuyen asomar el filo de una espada, mandan a todo el mundo a la cama o directamente apagan el televisor. Y no se equivocan, porque si echas un vistazo a la cartelera de todos los tiempos, hay muertes por doquier.

Seguramente, nunca se te habrá ocurrido ponerte a contar el número de cadáveres que se suceden en la pantalla. A no ser que el largometraje en cuestión fuera más bien aburrido y seas un apasionado de las matemáticas o un cinéfilo aficionado a sacar las conclusiones más inverosímiles de los guiones. Porque sí, existe una página en internet donde los fans de los fallecimientos cinematográficos pueden sacar a la luz los extraños datos que manejan.

Allí pueden encontrarse las películas que cuentan con un mayor número de personajes enviados al más allá. Para ahorrarte la tarea de ahondar en los vericuetos de la web de marras, vamos a resumirte el ránking. Y como además queremos mantener la intriga hasta el final, empezaremos por los últimos puestos, como hacen con las listas de éxitos en los programas musicales.

Una de las primeras preguntas que posiblemente te surjan es cómo se contabilizan los cadáveres de una película. Pueden darse cifras totales, pero claro, a mayor duración, más tiempo hay para matar personajes. También hay una manera alternativa, bastante más justa: registrar el número de muertes por minuto, como si se tratase de una velocidad cadavérica. Así pueden compararse todos los casos. Una vez conocidas las unidades de medida, vamos con los resultados.

Windtalkers es la décima en la lista. En el filme, ambientado en la Segunda Guerra Mundial, mueren 2.9 personas por minuto. Los marines, entre los que se encuentra un Nicolas Cage muy guerrero, y sus contrarios caen como moscas en Saipán (una de las Islas Marianas). Las contiendas se suceden porque en aquellos ficticios años 40 – aunque también en los reales – Estados Unidos estaba empeñado en expulsar a los japoneses, costase lo que costase.

Algún fallecido más, concretamente 0.01 (quizá valga por un par de brazos caídos), aparece en las imágenes de Uno Rojo, división de choque, otra película bélica estrenada en 1980. La trama transcurre también durante la Segunda Guerra Mundial, pero esta vez las 2.99 muertes por minuto de las que pueden presumir sus guionistas tienen lugar en el ala europea del conflicto.

Un poco más arriba en el ránking encontramos a El Rey Arturo, en su versión de 2004 (con tres cadáveres por minuto) y el clásico olvidado del spaghetti western Agáchate, maldito. Su director, Sergio Leone, ya había cosechado varios éxitos en los 60 con El bueno, el feo y el malo o La muerte tenía un precio. Sin embargo, los rudos protagonistas de Agáchate, maldito fueron los menos benevolentes: sus pistolas acabaron con la vida de 3.41 personajes por minuto.

Ya en el número seis hacen acto de presencia Brad Pitt y demás guerreros de la gran superproducción épica Troya, estrenada en 2004. Aunque la película parezca bastante sangrienta (puedes contar los 3.51 cadáveres por minuto que aparecen), aún hay quien la supera. Como El último samurái, justo en la mitad de la lista. Los orientales ganan en violencia a los antiguos griegos por 0.11 muertos.

A los pies del podio se quedan orcos, hobbits, elfos y demás criaturas de El señor de los anillos: El retorno del rey, la última de la saga transcurrida en la Tierra Media. Frodo, Sam y el pobre diablo Gollum se quedan en el cuarto puesto después de ver caer a su paso 4.16 cadáveres por minuto. La mayoría de los que perecen durante lo película lo hacen en la batalla de los campos de Pelennor, y los más afectados fueron los orcos: murieron 239 en total. “Un anillo para gobernarlos a todos”. Y acabar con unos cuantos.

La medalla de bronce es para el filme surcoreano Lazos de guerra, otro de género bélico, ambientado en la guerra entre las dos coreas acaecida en los años 50. Los dos hermanos que protagonizan el largometraje son testigos de más muertes que la Comunidad del Anillo: 4.21 soldados pierden la vida en la ficción cada minuto.

El reino de los cielos, de Ridley Scott, ocupa una más que digna segunda posición. El también director de Gladiator rodó algunas de las escenas en distintos puntos de España. No sabemos cuántos de sus protagonistas fallecieron en la península, pero teniendo en cuenta que los cadáveres se sucedieron a una velocidad de 4.24 por minuto, todo apunta a que alguno cayó en nuestro país.

Si consideramos que la película de Scott dura 144 minutos, y después de un sencillo cálculo, podemos estimar el número de muertes totales ocasionadas por los enfrentamientos religiosos del filme: unas 610. Orlando Bloom no deja títere con cabeza.

Y a la cabeza de la lista, con medalla de oro y muchas lanzas de por medio, berrean los espartanos de 300, la adaptación de los cómics que narran la batalla de las Termópilas. Los tres centenares de soldados encabezados por Leónidas logran detener varias embestidas de los persas en el desfiladero sin contar ninguna baja; el escuadrón de los Inmortales (que no pudieron hacer honor a su nombre) y sus elefantes fueron los primeros en acabar con algunos de ellos.

Desgraciadamente, a partir de ahí todo fueron desgracias: en las casi dos horas que duran las constantes peleas caen unos cinco guerreros por minuto. Alrededor de 600 si consideramos toda la producción, el doble de soldados que incluye el nombre del filme.

Si te horrorizan los fallecimientos, mutilaciones y cadáveres te aconsejamos que no elijas ninguno de los títulos que integran este ránking para pasar una tarde de domingo. Aunque, si finalmente asumes el riesgo, al menos ten una madre cerca para huir en los momentos críticos.

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