Marvel y Joss Whedon, ¿un divorcio anunciado?

El director de 'Los Vengadores' podría ceder su puesto a los hermanos Russo ('Capitán América: El Soldado de Invierno').
Marvel y Joss Whedon, ¿un divorcio anunciado?
Marvel y Joss Whedon, ¿un divorcio anunciado?
Marvel y Joss Whedon, ¿un divorcio anunciado?

Tal vez no sea la peor pesadilla de los fans cinéfilos de Marvel, pero sí es uno de los peores escenarios posibles: la idea de que Joss Whedon, director de Los Vengadores (y de Los Vengadores: La era de Ultrón) y cerebro creativo de la Casa de las Ideas, se despida del estudio con cajas destempladas. Un escenario que va camino de confirmarse, si atendemos al rumor publicado ayer por Badass Digest. Según dicha web, no es sólo que Whedon esté a punto de decirle adiós a Marvel, sino también que Kevin Feige, jefazo de la compañía, ha encontrado ya a sus sustitutos. "Sustitutos", decimos, porque se trataría de los hermanos Russo, muy aclamados ya gracias a su trabajo en Capitán América: El Soldado de InviernoDe acuerdo con Badass Digest, vía Slashfilm, los Russo se encargarían de llevar a buen puerto la tercera entrega de Los Vengadores... Y, posiblemente, también Los Vengadores 4. Sí, a nosotros también nos extraña esto último.

¿Hasta qué punto es creíble este rumor? Pues, si hacemos caso a acontecimientos anteriores, bastante: las especulaciones sobre el abandono de Whedon circulan desde antes del verano, como mínimo, y han ido adquiriendo más credibilidad al correr de las semanas. Hace dos meses, sin ir más lejos, ScreenRant se preguntaba si la relación entre Marvel y el cineasta tenía visos de prolongarse. Claro que, en dicho artículo, la web postulaba como posible sustituto del director a James Gunn (Guardianes de la galaxia), que asumiría el encargo con el beneplácito de su amigo y maestro. Por otra parte, abundan los rumores sobre el probable cabreo de Whedon y sus jefes a cuenta del affaire Edgar Wright: cuando el cineasta británico anunció que abandonaba Ant-Man, harto de injerencias por parte del estudio, Joss Whedon se solidarizó con él tuiteando una foto que hizo correr ríos de tinta (digital). El padre de Buffy, cazavampiros Firefly, apuntaban las malas lenguas, estaba muy enfadado con sus jefes dado el mal trato que habían dispensado a su compadre, pudiendo acabar ese disgusto en un sonado divorcio.

Al hilo de esto, Screen Rant especulaba sobre una posibilidad tan plausible como incómoda, según la cual Marvel ya no consideraría necesario el rol de Whedon como director creativo. Dicha función (proseguía la web) se habría visto justificada, a ojos de los ejecutivos, cuando el estudio aún pugnaba por consolidarse a ojos de los espectadores: no en vano estamos hablando de un señor con sobrada experiencia como showrunner de series televisivas, y también con un breve, pero aclamado, currículum escribiendo cómics de superhéroes. Ahora que, gracias a los éxitos de Los Vengadores, de El Soldado de Invierno y de Guardianes de la Galaxia, Marvel se ha convertido en la mayor factoría de blockbusters de la actualidad, los señores con traje y maletín habrían juzgado que tener a ese tipo supervisando guiones, proponiendo a sus (levantiscos) amiguetes para dirigir los nuevos títulos del estudio, pues como que no procedería tanto como antes.

Hartazgos, racismo y guerras civiles

Cotejemos todo lo anterior con las novedades Marvel de los últimos días: mientras que Robert Downey Jr. y, por extensión, sus compañeros de reparto en las sagas de Marvel, se debatían en un "sí es, no es" en lo relativo a su continuidad en el estudio (el caso del actor de Iron Man, como sabemos, se ha resuelto en un "sí, pero con reparos"), la habitual nebulosa rumorológica apuntaba a una sarta de posibilidades. Entre dichas posibilidades caben desde una tercera entrega de Los Vengadores con un elenco nuevo de trinca (Halcón, Mercurio, Bruja Escarlata, el Doctor Extraño Ant-Man) hasta la resolución de la historia en un megacrossover (¿esa Los Vengadores 4 de la que habla Badass Digest?) que enfrentaría a todos los héroes contra Thanos (Josh Brolin), pasando por la incorporación de Spiderman al universo cinemático de Marvel tras el preceptivo acuerdo con Sony. A ello se suma, ahora, la adaptación de Civil War, otra saga muy ramificada que surcó los cómics de la compañía en 2006, y cuya adaptación al cine parece el proyecto más deseado de Kevin Feige.

Como su propio nombre indica, Civil War trata de un conflicto a gran escala entre los héroes Marvel, divididos en dos bandos cuando el gobierno de EE UU anuncia su intención de controlarles más de cerca. La facción gubernamental, para más señas, está dirigida por Tony Stark, mientras que los rebeldes tienen por líder al Capitán América. Y no es por nada, pero Robert Downey Jr. y Chris Evans (el rostro fílmico del 'Capi') se encuentran entre los actores que más dudas han expresado en cuanto a su continuidad en Marvel. Ahora bien: la auténtica 'guerra civil', según publicó ayer Bleeding Cool, sería aquella que ahora enfrenta a Downey y Kevin Feige, por una parte, y por otra a Ike Perlmutter (el jefe ejecutivo de Marvel Entertainment y accionista de Disney: el auténtico y definitivo jefe de todo esto) por quítame allá unos compromisos contractuales y un aumento de sueldo. Según Bleeding Cool y Variety, Perlmutter acabó tan cabreado con Robert Downey Jr. que, en un momento de ira, ordenó que Iron Man desapareciese de los planes de Marvel a medio plazo. 

¿A dónde queremos llegar con todo esto? Pues a que Joss Whedon, un tipo muy versado en lo que se refiere a roces con la industria, podría estar ya más que harto de estas intrigas de despacho, y deseando retirarse a territorios más apacibles. Desde luego, el director de Los Vengadores no es un sujeto inocente en semejantes tejemanejes (que se lo pregunten a Kenneth Branagh y a Alan Taylor, víctimas de sus intromisiones al rodar la saga Thor). Pero también es un individuo de tendencias izquierdistas, conocido por su poca manga ancha con el machismo, los estereotipos raciales y otras lacras, y sobre todo muy celoso de su independencia creativa. Sus relaciones con Perlmutter, un septuagenario ex militar curtido en el negocio de los juguetes y con fama de misógino y racista ("Nadie se dará cuenta: los dos son negros", se dice que comentó cuando Terrence Howard fue sustituido por Don Cheadle a la altura de Iron Man 2) no deben haber sido demasiado fáciles.

En todo caso, guste o no, la Marvel de 2014 no es como la de 2008, ni siquiera la de 2012: si antes era una estructura precaria, de esas cuya falta de cohesión permite cierto espacio a los talentos individuales, ahora su función como máquina de hacer dinero ha resultado en planes más ambiciosos y, por tanto, en un control más rígido sobre sus productos. Pero, si hasta ahora la compañía tenía a personajes con mucho caché para encabezar sus filmes, y a actores con carisma para vestir sus uniformes, su futuro podría resultar menos brillantes. Mientras que los X-Men sigan siendo propiedad de Fox, y a falta de cerrarse el traspaso de Spiderman, las futuras producciones de Marvel tendrán como protagonistas a personajes (Ant-Man, Doctor Extraño o el africano Pantera Negra) cuyos nombres no son nada conocidos para el espectador medio. Aunque el caso de Guardianes de la galaxia ha demostrado que lo anterior no es imprescindible para obtener un blockbuster, también convendría recordar que los milagros no se dan dos veces, por mucha promoción y mucho márketing que medien en el juego, así como que una mala película puede demoler todo el edificio. Ant-Man, nos tememos, no parece precisamente bien encaminada, y Doctor Extraño va de retraso en retraso mientras el estudio le busca un protagonista. ¿Qué puede esperarse de ellas?

Durante su carrera, Joss Whedon ha demostrado que puede pasar sin muchos complejos de filmar series con alto presupuesto a realizar trabajos para internet de factura casi amateur, o un largometraje (Mucho ruido y pocas nueces) elaborado de forma, literalmente, doméstica. Con dicho bagaje a sus espaldas, y el panorama de una Marvel cada vez más mastodóntica y menos flexible, no sería demasiado de extrañar que prefiriera abandonar la silla del director en favor de un trabajo menos atropellado, por ejemplo como guionista. O, directamente, enviar al estudio a freír espárragos y buscar nuevos horizontes. En todo caso, habrá que estar pendiente de las próximas noticias.

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