Philip Roth: un gran escritor maltratado por el cine

El novelista de Nueva Jersey fue un escritor prolífico y excelente, pero las adaptaciones cinematográficas de sus novelas nunca han estado a la altura de su obra.
Philip Roth: un gran escritor maltratado por el cine
Philip Roth: un gran escritor maltratado por el cine
Philip Roth: un gran escritor maltratado por el cine

El mundo de la literatura ha perdido a uno de sus mayores talentos contemporáneos con la muerte de Philip Roth. El escritor de Newark (Nueva Jersey, EE UU) ha fallecido a los 85 años dejando atrás una caudalosa obra galardonada con una igualmente kilométrica lista de premios (entre ellos, el Príncipe de Asturias de las Letras de 2012) que inauguró con su primer libro, Adiós, Columbus, publicado en 1959 y ganador del National Book Award; solo el Nobel, para el que sonaba como candidato cada año, se le ha acabado resistiendo.

Sin embargo, la larga y nutrida obra de Roth, con su estilo accesible, adictivo y con argumentos tan atractivos y polémicos como la ucronía de La conjura contra América (¿y si el Gobierno de EE UU se hubiera aliado con Hitler?) o la ácida sátira sobre la Administración Nixon de Nuestra pandilla, no ha tenido nada de buena fortuna en sus contadas adaptaciones al cine.

De entrada, parece que los habituales protagonistas del escritor judío han tenido un complicado trasvase hacia Hollywood debido a que habitualmente se trata de (extrañamente irresistibles) egoistas patológicos, nihilistas morales, obsesos sexuales o hipocondríacos desesperanzados. No es que no hayamos visto decenas de personajes así en el cine, pero nunca de la forma correcta en las adaptaciones de Roth.

La novela corta Adiós, Columbus fue adaptada en 1969 como Complicidad sexual por Larry Peerce y con Arnold Schulman encargándose del guión. Simplemente, Richard Benjamin no estaba a la altura como protagonista. Eso no impidió que el mismo actor repitiera el error de interpretar a otro arquetipo rothiano tres años más tarde en Portnoy's Complaint, adaptación y única película dirigida por el gran guionista Ernest Lehman (Con la muerte en los talones, West Side Story, ¿Quién teme a Virginia Woolf?). Benjamin logra ser lo peor de un filme que, no obstante, lo pasa crudo para trasladar la fuerza y el violento torrente lingüístico de El lamento de Portnoy, una de las mejores y más emblemáticas novelas del autor.

Durante la década pasada aparecieron dos nuevas películas basadas en la obra del escritor. Con planteamientos más ambiciosos y, curiosamente, resultados más nefastos. En ambas se encargó de la adaptación de las novelas Nicholas Meyer, ¿casualidad? Puede que el más sonado sea el caso de La mancha humana (2002), de Robert Benton con Anthony Hopkins, Nicole Kidman y Gary Sinise, pero sus problemas son iguales que los de Elegy (2008), de Isabel Coixet con Ben Kingsley y Penélope Cruz (adaptación no del libro homónimo, sino de El animal moribundo): la incapacidad para traducir en imágenes la determinación intelectual y pasional de los personajes de Roth y su defensa de la vitalidad sexual sin ponerse insoportablemente pijo y cursi. Sólo de recordar el uso de Satie y Arvo Pärt en la última causa mareos.

En los últimos años la maldita relación de Roth con el cine empezó a cambiar. En 2014, le debemos al director Barry Levinson la mejor adaptación cinematográfica del corpus rothiano hasta la fecha: La sombra del actor. Se trata de una visión de su trigésima novela publicada, La humillación, donde Al Pacino se mete a la perfección en la piel del arquetipo habitual en los protagonistas del escritor. Interpreta a un viejo actor en decadencia y con tendencias suicidas que cae fascinado por el magnetismo irrefrenable de una joven Greta Gerwig, hija de un antiguo amor.

Precisamente fue la novela anterior de Roth, Indignación, la siguiente en ser adaptada. Lo hizo el reputado productor James Schamus (detrás de casi toda la filmografía de Ang Lee) tomando el proyecto como su debut en la dirección. Indignation (2016) está protagonizada por Logan Lerman como un joven estudiante judío de Newark que en 1951 acude a una pequeña universidad de Ohio, donde choca contra los representantes de la institución y se enamora de una suicida Sarah Gadon.

Sin embargo, el mismo año 2016 vio la luz finalmente una muchas veces postergada adaptación de Pastoral americana (premio Pulitzer 1997) que, tras varios vaivenes, acabó dirigida por su protagonista, Ewan McGregor. Pese a tratarse de una de las novelas más emblemáticas de Roth (cuenta la vida de un exitoso deportista judío de Newark y su familia, enfrentados a los cambios sociales de los 60) y contar con Jennifer Connelly Dakota Johnson en el reparto, el resultado no puede calificarse de nada por encima de bochornoso. McGregor no está a la altura del material ni detrás de las cámaras ni interpretando a Seymour 'el Sueco'.

Con la muerte de Philip Roth, es posible que el interés por trasladar su obra al cine vuelva a avivarse. En tal caso, ojalá sea con mejores resultados que hasta el momento. Quizás haya razones para la esperanza. Hoy mismo, el showrunner David Simon (The Wire) contaba que había mantenido una reunión con el escritor hace escasos meses para hablar de una adaptación de La conjura contra América. Esperemos que su fallecimiento no impida que uno de los talentos televisivos más reputados del momento desarrolle, al fin, un proyecto a la altura del último gran escritor estadounidense del siglo XX.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento