Por qué 'El francotirador' no debería ganar el Oscar

Lo mejor, para el final: Clint Eastwood se lleva el último de nuestros vapuleos pre-Premios de la Academia.
Por qué 'El francotirador' no debería ganar el Oscar
Por qué 'El francotirador' no debería ganar el Oscar
Por qué 'El francotirador' no debería ganar el Oscar

Por fin. Ya están aquí los Oscar 2015. A tan sólo unas horas de la gala de los premios de la Academia de Hollywood nos atrevemos a poner en jaque al mismísimo Clint Eastwood y su más reciente película, El francotirador, quizá el filme destinado (por el peso de su director, por su actor protagonista y por el personaje que retrata) dar alguna sorpresa de las gordas en la edición de este año, y romper los supuestos favoritismo de otras cintas. Quizá. Sólo quizá. Porque este francotirador norteamericano, norteamericanísimo, no debería bajo ningún concepto cinemaníaco ganar el Oscar a la mejor película esta noche.

La gran tapada

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Pues que siga ahí, bien tapada. Porque eso de ser la última de las grandes películas de este año en estrenarse, un poco al estilo de esas películas que Garci estrenaba en Talavera de la Reina para llegar a los Goya, es un poco raro. Llegó a las salas en Navidad, pero tuvo que estrenarse en noviembre para poder competir con ciertas garantías de recoger nominaciones en este año. Por eso se ha hablado menos de ella desde que ya en otoño empieza esta loca carrera a por el Oscar, porque en realidad nadie la había visto, mientras que otras grandes candidatas (El gran hotel Budapest y Boyhood, por ejemplo) son de principios de 2014. El ardid es interesante, porque la película es la más taquillera de las que compiten a mejor película, y casi todo el ruido lo ha hecho en enero, justo el periodo de nominaciones y votos de los académicos. No está a su altura artística, por supuesto. vamos a probarlo.

Un héroe muy discreto

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Nos atrevemos a poner en jaque al mismísimo padre putativo de la hombría que emana de Hollywood. Porque Clint Eastwood ha elegido una excusa que huele a naftalina, aunque la redecore con la inteligencia militar de los drones y las armas del siglo XXI. Honor y gloria Chris Kyle. ¿Honor y gloria? Bueno, sí, porque el hombre tuvo una muerte horrible, cuando trataba de ayudar a los veteranos de guerra, pero eso de defender a la patria con el fusil de mirilla telescópica en Irak (y otros países), en una guerra con intereses petrolíferos con oscuros episodios (aunque al parecer se niega en todas las biografías) de disparos a niños, aquí ya no nos pone. Si le dimos a John Wayne hasta en el velo del paladar por sus crepusculares Boinas verdes, este personaje no puede ser menos. Huele a patriotismo de barras y estrellas por todas partes. Con respeto por el hombre y el soldado, pero hoy los héroes quizá hay que buscarlos en otras partes. Definitivamente nos quedamos con William Katt en El Gran Héroe Americano. Aunque el traje hacía mucho, eso es cierto.

Bradley Cooper hasta en la sopa

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Justo cuando pensábamos que ya nos habíamos librado del Método, que eso del Actor's Studio y los alumnos aventajados de Stanislavsky y de Lee Strasberg eran rémoras de otra forma de entender el cine, llega este chaval con sus resacones a cuestas y nos da varias tazas de caldo de intensidad dramática para que nos hartemos. Tercer año consecutivo en el que Bradley Cooper está nominado al Oscar. Un poco cansino ya el tema. Está en esa fase de su carrera en la que le ofrecen todos los papeles, en que todos los personajes parecen perfectos para él. Y tampoco es eso. Nos caía mejor cuando hacía de simpático amigote de despedida en Las Vegas, o de guaperas con chispa, al estilo del Fénix de El equipo A. Poco más. Que ahora tuviese que engordar casi 20 kilos para interpretar a Chris Kyle, o que entrenase con los Navy Seals (operaciones especiales) y se viese 300 horas de vídeo con entrevistas del héroe no puede hacer olvidar que el mayor mérito para ponerse en la piel del personaje ha sido la compra de los derechos de la autobiografía del francotirador. Dicen que, como productor, Bradley Cooper iba a ofrecérselo a Chris Pratt (Guardianes de la Galaxia), pero yo no me lo creo.

Ni es bélica ni es dramática ni es ná

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Si buscas una película bélica porque te pirran el género y los francotiradores (ay, Enemigo a las puertas, ¿recuerdan?), ojo, que esto no es en realidad un filme de género bélico en su totalidad. Estaría más bien entre la historia de (y perdón con mezclaría con una obra maestra) algunos personajes de De aquí a la eternidad y un filme bélico, pero de personaje único, tipo Tras la línea enemiga. Así que, comsí-comsá. Vamos, que es más Banderas de nuestros padres que Cartas desde Iwo Jima. Pero lo mismo le pasa a su componente dramático, con esos regresos a casa que acaban con el personaje. No acaban de tocar fondo: eso ya lo había contado antes Kathryn Bigelow (cuidadito con la mística de la supuesta hombría de Clint Eastwood, puesta entre paréntesis por una dama con dos cojones) con el personaje del desactivador de bombas que no quiere desactivarse del servicio (Jeremy Renner) en En tierra hostil. Para colmo, han elegido a la actriz BRITÁNICA que mejor ha hecho de niña pija (dentro y fuera de la pantalla) en lo que va de siglo para ser la sufrida esposa nacida en OREGÓN de un marine TEJANO. ¿Sienna Miller? ¿En serio?

Unos malos de pacotilla

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Dan más miedo los malos de Homeland. Los de las últimas temporadas, incluso. Y hasta los de Tintín en El cangrejo de las pinzas de Oro. La ausencia de un antagonista con peso (y volvemos a encomendarnos a la relación Ed Harris-Jude Law de Enemigo a las puertas) brilla por su ausencia y le resta fuerza a lo que pasa por la cabeza del Chris Kyle interpretado por Bradley Cooper. No tiene rival, y su sombra no es poderosa. Y el que sus misiones le lleven de aquí para allá por todos los frentes de las guerras contra el terror de Bush y compañía no es una excusa. A veces el enemigo puede ser el General Invierno o las tempestades de el Canal de La Mancha. El caso es encontrarlo y oponerlo al heroísmo del protagonista para convencer a los que no lo vemos tan claro. No ayuda que la acción del filme recuerde más a una teleserie (volvemos a Homeland) que a Black Hawk derribado, sin ir más lejos.

Eastwood de capa caída

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Dicen que el propio Chris Kyle había afirmado en alguna ocasión que nadie podría recrear su vida en una película, a excepción de Clint Eastwood. Está claro que no había visto sus últimas películas: ni Invictus ni Más allá de la vida ni J. Edgar ni  Jersey Boys están a la altura del mito. Kyle se quedó en Sin perdón. Porque tampoco le pega que le gustasen Los puentes de Madison. O en Harry, el sucio, que en realidad era de Don Siegel. Con todo, en El francotirador recupera parte de su carácter. No le van los movimientos de cámara de la guerra moderna, se quedó en ritmos de los tanques de Los violentos de Kelly y el tran tran del teleférico de El desafío de las águilas, pero el hombre lo intenta. Él, o sus directores de segunda unidad, que tampoco vamos a revisar con lupa el registro de asistencia al rodaje. Sería injusto para el propio Eastwood, triunfador con Sin perdón y con Million Dollar Baby en los Oscar, poner esta película a la altura de sus obras maestras. Además, qué demonios, en realidad esto parece una película de David O'Russell. Y tampoco a él le daríamos el Oscar.

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