Primeras impresiones de 'Steve Jobs'

Un reparto que huele a Oscar y un guión firmado por Aaron Sorkin son algunos de los reclamos de la última película de Danny Boyle que acabamos de ver en Londres
Primeras impresiones de 'Steve Jobs'
Primeras impresiones de 'Steve Jobs'
Primeras impresiones de 'Steve Jobs'

"Los músicos tocan los instrumentos, el conductor toca la orquesta", decía Steve Jobs cuando lo acusaban de no ser nada (ni programador, ni ingeniero, ni diseñador…) a pesar de haber creado Apple y de estar a punto de revolucionar la forma en la que el mundo entero se comunicaría a partir de entonces. Lo mismo podría decir Danny Boyle, al frente del proyecto biográfico más ambicioso sobre Steve Jobs, de un reparto grandioso (Michael Fassbender, Kate Winslet, Jeff Daniels, Seth RogenMichael Stuhlbarg) y del guión de uno de los mejores guionistas de Hollywood en activo, Aaron Sorkin. En su día, os resumimos las primeras impresiones de la película tras su paso por Telluride, pero hemos tenido la oportunidad de viajar a Londres y contaros las nuestras.

No me cuentes tu vida, por favor

¿La típica historia de alguien que nace, vive, muere y en medio hace cosas? Podemos asegurar que Steve Jobs no lo es. Lejos del biopic de turno, como no podía ser de otra forma con Aaron Sorkin a los mandos del guión, la última película de Danny Boyle es más un retrato del hombre que cambió tu manera de comunicarte que el recuento pormenorizado de su biografía. Y sí, el guionista de El ala oeste de la Casa Blanca, The Newsroom y (no lo olvidemos) Algunos hombres buenos, lo ha vuelto a hacer. Porque si en La red social supo ir al hueso del éxito de un Mark Zuckerberg incapacitado para las relaciones sociales pero que, paradójicamente, las reinventó, en esta aproximación al cofundador de Apple, llega más lejos aún.

Tres actos sin descanso en medio

Para explicarnos quién demonios fue el tipo que nos hizo adictos a la manzana –nombre que, por cierto, viene a cuento de la fruta envenenada que mató al criptógrafo Alan Turing–, Aaron Sorkin divide su relato en tres actos. Redondeando, además, cada uno de ellos transcurre en el backstage de un teatro coincidiendo con un lanzamiento (el del primer Macintosh, de la compañía NeXT y del iMac) en una fecha determinada (1984, 1988 y 1998) en la que Steve Jobs interactúa con sus acólitos entre idas y venidas de Apple. Es a través de su relación con ellos, hablando en numerosos planos de seguimiento –los famosos "walk & talk" de El ala oeste de la casa blanca–, algunos flashbacks y su habitual verborrea en los diálogos inspirados en la biografía de Walter Isaacson, como Sorkin consigue capturar la esencia de este hombre detestable –negó durante bastante tiempo la paternidad de su hija Lisa– y con una grave tendencia a distorsionar la realidad al que, sin embargo, es imposible negarle el ingenio.

Todos a sus puestos… y todas

No se han hecho esperar los rumores de Oscar, por lo menos en lo que se refiere a esos secundarios que dan vida al séquito de Steve Jobs. Steve Wozniak, cofundador de Apple, interpretado con honestidad por el cómico Seth Rogen, o Andy Hertzfeld, aquí el camaleónico Michael Stuhlbarg (Un tipo serio), sin olvidar al hombre que pasará a la historia por haber despedido a Jobs, John Sculley (Jeff Daniels). También Kate Winslet estará cerca de la estatuilla dorada por su encarnación de Joanna Hoffman, jefa de márketing de Machintosh, estrecha colaboradora del californiano y prácticamente la única que lo aguantó. Ella y la hija de Jobs (Perla Haney-Jardine) son los únicos personajes que, de alguna manera, humanizan al genio déspota. Woman Power, Sorkin!

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Michael Fassbender es Steve Jobs

Los más escépticos con el escaso parecido del actor con el creador de Apple están de retirada. Es tal el trabajo de absorción que Fassbender hace de los gestos, posturas, andares y maneras de hablar de Steve Jobs –esa retirada de pelo– que a los pocos minutos de metraje ya has olvidado que hay ahí un actor interpretando. Y hasta que es guapo. Pero no es hasta el tercer acto, cuando los productos de Apple empiezan a tener algo que ver con los que usamos ahora y su ideólogo aparece tal y como lo recordamos –gafas redondas y jersey negro de cuello vuelto–, que ambos se fusionan misteriosamente hasta conseguir parecerse. Y con tanto milagro, Fassbender no olvida su mayor reto en la película: conseguir resultar fascinante encarnando a un auténtico antihéroe moralmente indeseable.

Danny Boyle, contenido

Mucho se ha especulado sobre cómo las pirotécnicas decisiones del director de Trainspotting podían afectar al guión de Sorkin. Podemos estar tranquilos. El espídico Danny Boyle se muestra contenido en la plasmación de un guión prácticamente hablado moviendo la cámara para que no resulte pesado pero sin demasiados artificios. Acierta también con la música (electrónica y clásica) y las texturas que dan las diferentes cámaras usadas según la época que narra (16 mm, 35 y ALEXA), así como esas transiciones entre cada uno de los tres actos. Como ante los mejores conductores de orquesta, querrás aplaudir al final.

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