¿Qué fue del día del espectador?

La posibilidad de ir al cine entre semana pagando un precio reducido es una tradición en las salas españolas, pero su futuro es incierto. Las grandes cadenas de exhibición y las distribuidoras pugnan por controlar los precios. Por YAGO GARCÍA
¿Qué fue del día del espectador?
¿Qué fue del día del espectador?
¿Qué fue del día del espectador?

El precio de las entradas sube sin parar (y el de las palomitas, no digamos). Los salarios se estancan, y las pagas semanales también, así que el cinéfilo con pocos recursos se las ve cada vez peor para procurarse su dosis semanal de imágenes en movimiento. ¿Qué hacer al respecto? Pues, como en otros casos, apostar por una solución clásica parece la mejorsalida: hablamos del día del espectador, esa oferta mediante la cual los cines ofrecen entradas a bajo precio a aquellos que acuden entre semana. Sin embargo, la crisis puede con todo, y es posible que esta tradición tan entrañable tenga los días contados. ¿Por qué?

Para empezar, dejemos claro que, sea el miércoles o sea el lunes, el día del espectador ofrece numerosas ventajas tanto a los exhibidores como al público. Según nos comenta Isidro Alonso, del madrileño cine Roxy B, “el día del espectador se hace en días laborables, así que celebrándolo consigues que la sala se llene en una fecha en la que, de otra manera, estaría casi vacía”. De este modo, restándole un par de euros al precio normal de la localidad, todo el mundo sale ganando: “el público paga menos, y la empresa compensa la bajada del precio con más entradas vendidas”.

Tras muchos años celebrando el día del espectador el miércoles, el Roxy B pasó a ofrecerlo el lunes hace años (“Algunos espectadores se siguen llevando una sorpresa”, bromea Isidro) y según su responsable los resultados siguen siendo de lo más ventajosos: “Hacemos más taquilla el miércoles que el resto de días de la semana, sobre todo el martes y el jueves”. Hasta el punto que, cuando se le pregunta sobre los posibles inconvenientes de este sistema, no acierta a encontrar ninguno:“¿Desventajas? Ninguna, y más ahora tal y como está la economía”, remacha. Pero hay quienes no piensan del mismo modo.

Sin ir más lejos, desde FEECE (Federación de Entidades de Empresarios de Cines de España) se nos dice que el día del espectador “podría estar quedándose obsoleto”. La patronal de los exhibidores indica que, tras tantos años en el panorama de las salas españolas, esta costumbre está tan asentada que “muchos usuarios no la consideran ya como una ventaja”. “Estudiando las estadísticas de taquilla”, prosigue, “puedes ver que la gente ya no va tanto al cine los miércoles o los lunes como antes, por más descuentos que haya”. Pero, ¿de verdad desanima esto a los exhibidores, sobre todo a los más potentes?

Guerra de precios“¿Acabarse el día del espectador, con esta crisis? Ni en broma”. Desde los cines Tresaguas, del extrarradio de Madrid, se indica que, más que desaparecer, los descuentos para los espectadores están mutando y transformándose. Con el precio de las entradas en España disparándose, y la asistencia a los cines cayendo en picado desde el comienzo de la crisis, las grandes cadenas aprovechan el gran tamaño de sus superficies y su poderío económico para atraer al público como sea.

“La casuística es sencilla: ahora, en España, hay más salas que demanda de público”, afirma un empleado de otro cine madrileño. “Y, para hacer frente a las pérdidas, las empresas prefieren recortar sueldos o hacer ajustes de plantilla antes que subir los precios”. Sin ir más lejos, prosigue, “es cada vez más habitual encontrar salas que hacen descuento usando el Carnet Joven, cuando antes nunca lo habían hecho, o encontrarte promociones que ofrecen dos entradas por 8 euros, o que hacen descuentos de hasta 3 euros presentando tickets o promociones”.

Según FEECE, ofrecer este tipo de descuentos entra dentro de la política comercial de cada cine, con lo que queda al albur de la empresa. Huelga decir que para las salas pequeñas de los centros urbanos, o para loscines especializados en versión original o películas de autor, esta clase de competencia puede resultar agresiva. “Los cines grandes pueden compensar las pérdidas llenando sus multisalas en los fines de semana”, comenta Isidro, de Roxy B. “Pero nosotros no nos lo podemos permitir”.

Por su parte, el analista Pau Brunet apunta que “prácticas agresivas las hay por todos lados: el que esté libre de culpa, que tire la primera piedra”. “El pastel es cada vez más pequeño, y todo el mundo pelea con uñas y dientes por lo que queda”, prosigue el responsable de la web Boxoffice. Y sus palabras apuntan a un sector del negocio que no queda de brazos cruzados ante esta guerra de precios. Hablamos de las distribuidoras de cine.

Las distribuidoras contraatacan Hablar del papel de las distribuidoras en la fijación del precio de las entradas es una tarea compleja, pero apuntaremos unos pocos hechos básicos. A diferencia de las empresas exhibidoras, cuyos beneficios dependen del importe neto de la taquilla, las distribuidoras cobran un porcentaje según el número de entradas vendidas y su importe. De este modo, y según nos comenta Isidro Alonso, un multicine puede compensar las reducciones de precio “porque tiene muchas salas, y lo que deja de ganar en una lo amortiza en otra”. Pero a la distribuidora de turno, por mucho que el interlocking digital le permita colocar un mismo título en múltiples pantallas de un mismo local, “el resultado no le cuadrará. Y es comprensible que haya algunas que quieran quitarlo”.

FEECE informa de que “las distribuidoras tienen potestad para exigir que en sus películas no se apliquen descuentos u ofertas”. Es decir, que si la compañía de turno se cierra en banda, no hay ticket o promoción que valga. Y aquí entramos en terreno pantanoso: algunas fuentes, que prefieren el anonimato, señalan que algunas distribuidoras, especialmente las más poderosas, aplican políticas agresivas en este tema.

Los testimonios que puede aportar CINEMANÍA al respecto vienen tanto de nuestros seguidores en Twitter como de declaraciones del personal de las empresas exhibidoras. Desde el cine Kinépolis de Pozuelo de Alarcón, sin ir más lejos, se nos habla de la prohibición de entregar invitaciones, pero también se nos apunta que la cosa va más allá: “Nosotros no tenemos más problemas porque nuestras políticas de precios viene dictada desde nuestra central en Bélgica, con lo que no son agresivas, y no se nos ha exigido acabar con el día del espectador”. Desde otro gran complejo del extrarradio de Madrid, sin embargo, las palabras que nos llegan son distintas: “Hay una distribuidora que nos tiene prohibido hacer descuentos a las entradas de sus películas”, señala nuestra fuente. “Tenemos incluso un cartel que lo advierte en la taquilla”.

¿Cuál es la baza jugada por las distribuidoras para este juego? Sencillo: ellas son las que ponen la copia del filme, y si no hay copia, no hay proyección. “En el caso de que una sola empresa maneje todos los grandes blockbusters del año, siempre tendrá las de ganar”, se nos comenta desde Kinépolis. Desde FEECE, se nos recuerda que “nuestra asociación demandó hace tres años a las grandes majors del negocio ante la Comisión de Competencia, que falló a nuestro favor”. La demanda, prosigue el portavoz de la patronal, está actualmente en fase de recurso. “Las exigencias de las distribuidoras hacia las salas, sobre todo hacia las más pequeñas, son cada vez más duras, especialmente en términos de la programación y el precio de las entradas”, remacha.

Al mismo tiempo, desde algunas distribuidoras se nos dice que la cuestión es más sencilla: “Las majors cobran su parte por cada miembro del público, así que las empresas optan por prescindir del día del espectador para no perder dinero”. ¿Quién dice la verdad? ¿Existe realmente una batalla encubierta entre salas y distribuidoras? A falta de declaraciones expresas de las grandes empresas, es difícil saberlo. Pero Pau Brunet resume este tema con una verdad tan antipática como cierta: “Lo malo es que el que termina pagando (literalmente) es el espectador”.

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