Queja del día: Dejad de secuestrar a los cineastas del futuro

Después de lo que ha pasado con Edgar Wright en Marvel, ¿de verdad es motivo de alegría que 'Star Wars' y otras franquicias acaparen a los cineastas más interesantes? Por DANIEL DE PARTEARROYO
Queja del día: Dejad de secuestrar a los cineastas del futuro
Queja del día: Dejad de secuestrar a los cineastas del futuro
Queja del día: Dejad de secuestrar a los cineastas del futuro

Como resultado de la escalada de anuncios oficiales de Disney sobre el castillo de naipes galáctico que está construyendo de cara a los próximos años, durante el último mes nos hemos enterado de que, después del Episodio VII de Star Wars que prepara J.J. Abrams, vendrán un spin-off firmado por Gareth Edwards (Godzilla), otro por Josh Trank (Chronicle) y, entre medias, el Episodio VIII con Rian Johnson (Looper) como guionista y director, con posibilidades de que escriba también el guión del Episodio IX. Guau. Vale, este es el típico ataque de ansiedad y apertura de incontables frentes warsies que nos temíamos cuando la Casa del Ratón comunicó sus planes de facturar una película del universo Star Wars al año, pero con mejor pinta de lo que podías haber previsto. Si nos fijamos en los nombres que han sido reclutados para llevar los filmes a cabo, cualquiera puede entusiasmarse: están prácticamente todos los responsables de las películas comerciales de género más sólidas y estimulantes de los últimos años. Como si fuera un sueño hecho realidad, es la gran oportunidad de estos jóvenes y prometedores cineastas para ponerse al frente de una superproducción de cientos de millones de dólares y pasar a formar parte de la primera división cinematográfica de Hollywood. Los productores obtendrán la frescura de ideas de los nuevos talentos y el interés que han generado previamente entre los cinéfilos para darle todavía mayor respaldo a su franquicia, ¿pero qué podemos ganar los espectadores? Una buena película de Star Wars —que ya es meritorio, ehem—, de acuerdo, ¿pero no es mucho más terrible todo lo que nos perderemos por el camino?

Ahora estamos en pleno momento de entusiasmo. Toca elucubrar qué caminos podrá tomar el Episodio VIII de Johnson que se estrenará en 2017. Conjeturas y buenos deseos, pero una certeza firme: eso será lo próximo que veamos del director de Brick, Los hermanos Bloom y Looper en mucho tiempo. En vez de otra creación de un universo original como sus tres películas anteriores, la siguiente estará encuadrada dentro de la saga galáctica —y obligada a tender lazos con el anterior Episodio VII—, lo que no es necesariamente malo, pero ya delimita bastante el marco. Sin contar con la posibilidad de que puedan surgir discrepancias entre la visión del autor y el camino que Kathleen Kennedy y compañía tengan en mente para la franquicia.

Aunque la amenaza de una disolución de personalidad dentro de los planes narrativos marcados desde los despachos ni siquiera es la mayor inseguridad que puede aparecer en el horizonte. Como bien sabe Edgar Wright tras su salida de Ant-Man, no importa la dedicación y el tiempo que inviertas en un proyecto, cuando la maquinaria empresarial y sus intereses detrás son tan monstruosos tu libertad creativa siempre va a correr el riesgo de quedarse por el camino. ¿Quién nos asegura que, después de unos cuantos años empleados en levantar la película, por un percance similar no nos quedamos sin Rian Johnson en la dirección y además hemos perdido todos los otros proyectos en los que podría haber trabajado el cineasta?

Las futuras películas de Star Wars no son las únicas que pintan este preocupante ecosistema de blockbusters franquiciados actualmente delineado en Hollywood. De hecho, tanto Gareth Edwards como Josh Trank ya están requeridos por otras sagas: Godzilla, cuya secuela corre a cargo de Edwards, y Los 4 Fantásticos, que tiene una segunda parte en desarrollo. Hay más casos: Matt Reeves (Monstruoso, Déjame entrar) estrenará dentro de unas semanas El amanecer del planeta de los simios, pero ya está comprometido para la siguiente entrega. Sólo se me ocurre definir el panorama como un secuestro de talento creativo. No me parece mal que los responsables de esos grandes espectáculos quieran contar con creadores tan interesantes como los que están fichando —si finalmente respetan sus aportaciones—, sino que gente tan válida no tenga la oportunidad de hacer grandes películas fuera de los moldes prefabricados que les ofrecen.

Que se haga contención de daños con Michael Bay o Zack Snyder encerrándolos en sus patios de recreo Transformers y DC es una medida resolutiva y puede que encadenando a Marc Webb (500 días juntos) a sucesivas y cada vez más amorfas secuelas de The Amazing Spider-Man no haya supuesto una gran perdida, pero ¿no nos parece a todos mucho más atrayente que después de Misión: Imposible IV - Protocolo fantasma lo que proponga Brad Bird sea Tomorrowland —independientemente de cómo resulte al final— y no Misión: Imposible 5? Eso es lo que perdemos cada vez que uno de estos cineastas se ancla a una franquicia montruosa. Abducir de esta manera a los nuevos talentos que estaban llamados a renovar el cine de gran espectáculo empapa de un sabor agridulce lo que podemos esperar del futuro de Hollywood.

Mientras, nos queda mirar con esperanza a algún que otro foco de resistencia: los magníficos Phil Lord y Chris Miller, después de salir airosos de reboots (Infiltrados en clase), filmerchandising (La LEGO película) y secuelas (Infiltrados en la universidad) se han dado el lujo de rechazar Cazafantasmas 3 y, de ese modo, mantenernos todavía entusiasmados por la que quiera que sea su próxima película.

Más noticias de cine, próximos estrenos y series de televisión en CINEMANÍA.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento