¿Quién es Jacques Tati? Toda la verdad sobre el héroe de 'El ilusionista'

La película de Sylvain Chomet rescata un guión inédito de uno de los mayores genios del cine. Recordamos las hazañas del actor y director... Y también sus miserias. Por YAGO GARCÍA
¿Quién es Jacques Tati? Toda la verdad sobre el héroe de 'El ilusionista'
¿Quién es Jacques Tati? Toda la verdad sobre el héroe de 'El ilusionista'
¿Quién es Jacques Tati? Toda la verdad sobre el héroe de 'El ilusionista'

190 centímetros de talento silencioso: esa es la mejor descripción posible de Jacques Tati, uno de los mayores genios de la comedia de cine. Un señor adorado tanto por Steven Spielberg (que reconoce haber basado La terminal en su forma de entender el humor, y la arquitectura) y por Jacques Rivette, mítico cineasta que considera al autor de La lista de Schindler “un gilipollas”, pero según el cual Tati es “un director revolucionario”. Ahora, la figura inconfundible de Tati vuelve a las pantallas con El ilusionista, un filme animado de Sylvain Chomet (Bienvenidos a Belleville) que recupera un viejo guión, escrito en circunstancias muy turbias.

Todo esto está muy bien, pero ¿de verdad sabemos quién fue Jacques Tati? Y, ¿cuál es el secreto que esconde El ilusionista? En CINEMANÍA somos conscientes de que no todo el mundo conoce al creador de Mr. Hulot, y que su relación tragicómica con el cine (y con la vida) no está todo lo divulgada que debería en nuestro país. Por eso, te ofrecemos esta guía de Jacques Tati para principiantes, esperando que su lectura te anime a ver sus películas.

Un mimo aristócrata que juega al rugbyjacques_tati

Nacido en 1907, Jacques Tati se llamaba en realidad Jacques Tatischeff, y era hijo de un aristócrata ruso. Como, con ese nombre, lo tenía un poco difícil para triunfar en los escenarios, nuestro hombre decidió acortarlo para dedicarse a sus dos grandes pasiones: el rugby (llegó a jugar profesionalmente en los años 30) y la comedia sin palabras. En 1940, Tati debuta en los escenarios de París, cosechando un gran éxito... Hasta que su pareja escénica Herta Schiel se queda embarazada de él. Tati, en una decisión de la que se arrepentirá toda su vida, huyó de la ciudad dejando tiradas a la madre y a la hija.

El cartero más colorista de Francia

Como en 1943, cuando Tati debutó como director con Día de Fiesta, el blanco y negro era aún la norma en el cine, nuestro hombre se propuso rodar la primera producción francesa a todo color. Todo habría sido perfecto... Si no fuese porque la empresa que le suministraba la película quebró antes del fin del rodaje. Tati había rodado simultáneamente en blanco y negro, para evitarse problemas, y tomó la decisión de colorear a mano los fotogramas, dejando aún así la mayor parte del filme en forma monócroma. Sólo en 1995 pudo verse una versión restaurada de Día de fiesta, tal y como su autor la había concebido.

No es mudo (pero lo parece)

Con su pipa, su gabán, su sombrero y su inenarrable torpeza, el señor Hulot es el personaje más característico de Tati. Y también la prueba más fehaciente de su amor por Charles Chaplin: en Las vacaciones del Sr. Hulot (1953), su debut en la pantalla, este petit bourgeois parisino atrapado en una colonia de vacaciones no pronuncia una sola palabra, sembrando el caos. La película, sin embargo, dista mucho de ser silenciosa, y en ella el sonido es un elemento clave para entender los gags. Tati logró su mayor éxito de taquilla, participó en la selección oficial del Festival de Cannes y fue nominado al Oscar. Según consignó en su momento André Bazin, Las vacaciones del Sr. Hulot es “la comedia más importante de la historia del cine desde los Hermanos Marx”.

¿Tecnología? ¡No, gracias!

En Las vacaciones del señor Hulot, Tati había dejado bien claro que la vida moderna no era lo suyo (y el tenis, todavía menos). Algo que confirmó sobradamente en Mi tío (1958), secuela en la que descubrimos que su héroe tiene familia... Y que dicha familia, amante de los gadgets electrónicos y con una casa más computerizada que las naves de 2001, no le puede ni ver, con excepción de su sobrinito. Agraciada con una banda sonora inolvidable, la película se llevó el Premio Especial del Jurado en Cannes y (esta vez sí) un merecidísimo Oscar. Si quieres iniciarte en la obra de Tati, te aconsejamos que veas Mi tío para empezar: como en el campo no se está en ningún sitio.

Una pantalla demasiado grande

Siempre dispuesto a experimentar, Tati decidió tirar la casa por la ventana con su siguiente producción, Play Time. Y damos fe de que la tiró, porque la película casi le cuesta su carrera: el cineasta hizo construir unos enormes decorados urbanos (apodados “Tativille”) para así rodar el filme en 70 milímetros, un formato tan caro como infrecuente que le impidió distribuirlo a gran escala. Por otra parte, rodar todas las secuencias en plano general permitió escenificar múltiples gags al mismo tiempo... Con el efecto secundario de que, muchas veces, el público no sabía a qué rincón de la (enorme) pantalla debía mirar. Según el teórico Noël Burch, Play Time es “una película que no sólo hay que ver varias veces, sino también desde varios puntos de vista”, y según François Truffaut (quien no era, precisamente, el crítico más benévolo del mundo) “un filme hecho en otro planeta”. Huelga decir que, pese a su calidad, la película fue un fracaso, y sus nueve años (sí, nueve) de rodaje dejaron al director agotado, y arruinado.

Payaso hasta el final

Extenuado por el rodaje de Play Time, y arruinado por su batacazo comercial, Tati siempre afirmó que esa había sido su última película, y que Traffic (1971) la última aventura del Sr. Hulot, puede ser considerada casi como una precuela. Lo cierto es que la película, que pasó sin pena ni gloria, no es la mejor de su filmografía. Pero tres años más tarde, en 1974, el director pudo desquitarse con un trabajo para TV: Zafarrancho en el circo. Con 67 tacos a cuestas, nuestro hombre apenas interviene como actor, pero cuando lo hace nos ofrece un revival de los números de mimo con los que triunfó en su juventud. La última vez que Tati se puso tras una cámara fue para filmar Forza Bastia, un documental sobre un equipo italiano de fútbol, que permaneció inédito hasta 2002. Jacques Tati murió en París en 1982, a los 75 años, renegando del cine y, casi, de la vida.

Ajustando las cuentas con el pasado

En 1956, tras el éxito de Día de fiesta, Tati decidió remediar en lo posible un viejo error: el abandono de su hija Helga. A tal fin, el cineasta preparó en el más riguroso secreto un guión sobre un mago en horas bajas que entabla amistad con una niña, titulado El ilusionista. La familia del cineasta, aristocrática y conservadora, corrió un tupido velo sobre el escándalo, y Tati afirmó en su día que el proyecto estaba dedicado a su hija Sophie Tatischeff. Ahora, Helga (que nunca llegó a conocer a su padre) y los nietos ilegítimos de Tati acusan a Sylvain Chomet de echar tierra sobre el asunto, minimizando el contenido autobiográfico de la historia y volviéndola "un espectáculo nostálgico". Trapos sucios aparte, a nosotros nos encanta volver a ver en los cines a este señor con sombrero.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento