12 años de esclavitud

Steve McQueen nos encierra frente al dolor y reflexiona sobre la culpa en el holocausto esclavista
12 años de esclavitud
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12 años de esclavitud

Una lectura apresurada de este peliculón tenderá a afirmar, con razón, que estamos ante un clásico instantáneo, ante la película definitiva sobre el esclavismo, y la considerará, con menos tino, el punto medio perfecto entre la corrección vacua (llorica incluso) de El mayordomo y la brutal huida hacia adelante de Tarantino en su Django. Pero igual que su tráiler no hace justicia al filme, todas estas definiciones puramente administrativas, rutinarias en su excelencia, no alcanzan para reconocer el carácter de una obra que enmascara (a través de los resortes del sistema de Hollywood) una docilidad estilística de la que carece, excepto en su resolución final (un alivio en la llaga del espectador, deudor quizá del texto original de 1853). Pese al crédito como productor y a la reserva de personaje a favor de corriente de Brad Pitt, ésta es una obra del McQueen artista, el premio Turner, el torturador necesario de Hunger, el devastador intelectual de Shame, y, por eso, nunca será la película favorita sobre el racismo de Barack Obama.

El primer reto superado es el estético: con su estilo aliado a la temática de la exploración de los extremos del hombre, un juego con el pánico y la soledad que viene de sus anteriores filmes, 12 años de esclavitud remite al mejor Malick, el controlado, sumiso a la naturaleza, y al Paul Thomas Anderson que pone al hombre frente a la inmensidad, física y mental. Soberbios maestros expresionistas de un país que es en realidad una cultura universal; el mérito de todos ellos, y el británico McQueen lo hace además con tan sólo dos filmes americanos (tiene el valor de situarnos ante la magnitud insuperable de un choque genial entre negros e indios), es haberse presentado como contracultura desde lo más hondo de unos valores estéticos asequibles a través una pantalla de cine.

El segundo desafío estriba en la superación del tópico esclavista, del buenismo de Kunta Kinte o de la visión spielbergiana de El color púrpura. Una extraña delicadeza desnuda, desprovista de amaneramiento sentimental pone en contraste forma y fondo (la violencia, durísima, no sólo física: ese plano del hombre colgado por blancos e ignorado por negros) para llevarnos, con permiso del libro de Northup, a reflexiones en la órbita de Hannah Arendt y el Holocausto. Cuando el protagonista pide perdón a los suyos, lo hace por no haber hecho lo suficiente, por no haber peleado por su libertad hasta la muerte: McQueen no culpa sólo a los blancos esclavistas; registra la presencia de un apasionante catálogo de miedos humanos. Reparte inteligentemente las responsabilidades, sin maniqueísmos, pero lejos de equidistancias, mientras Chiwetel Ejiofor clava un personaje para la historia. Hay además un asterisco sobre el trabajo de Fassbender, inmenso en la complejidad de un trastorno de raíces profundas. Ambos facilitan la tarea del director (y guionista), que no cae en un catálogo de poesía del dolor, un dolor nunca redentor sino odioso. Steve McQueen ha dado un nuevo paso para convertirse en el primer personaje que aparece cuando googleas su nombre, por delante del rey cool con pelo a lo marine. Lo va a conseguir a latigazos. 

VEREDICTO: Malick y PTA no la habrían rodado mejor. A Obama le incomodará.

Valoración:

FICHA TÉCNICA

12 años de esclavitud
  • Director:
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  • Sinopsis:

    En los años previos a la Guerra Civil de EE UU, Solomon Northup, un hombre negro libre que vive en Nueva York, es secuestrado y vendido como esclavo.

  • RESUMEN: Steve McQueen nos encierra frente al dolor y reflexiona sobre la culpa en el holocausto esclavista

  • ESTRENO: 13/12/2013

  • [Twelve Years a Slave] Drama histórico / EE UU / 2013 / Dir: Steve McQueen / Reparto: Chiwetel Ejiofor, Michael Fassbender, Benedict Cumberbatch, Paul Giamatti, Paul Dano, Quvenzhane Wallis, Brad Pitt / Guión: John Ridley

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