Moneyball

Brad Pitt juega al béisbol con la calculadora y consigue que, por una vez, el pez pequeño plante cara al grande.
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Darle a la bola con un palo y salir corriendo. ¿Cómo puede ser tan complicado un deporte que consiste en eso? A mí no me miren buscando respuestas, sigo teniendo problemas con el fuera de juego posicional. Como casi todos los deportes que han creado estos ‘malditos’ yanquis, el béisbol tiene tantas reglas que para entenderlas todas habría que volver a nacer otra vez en, es un poner, Missouri.

Vaya por delante, Moneyball no pone las cosas nada fáciles. Además de bolas altas y segundas bases, añade a la ecuación estadísticas y leyes del mercado. Basada en un bestseller que explicaba la revolucionaria fórmula por la que un equipo humilde plantó cara a los galácticos de su liga con un presupuesto de risa, es una película sobre deporte en la que no se suda. Es como uno de esos entrenadores que salen a la cancha con chándal pero ninguna intención de correr. Una película más para teóricos, vamos.

Con el reglamento violado por las leyes del dinero, el personaje que interpreta Brad Pitt en Moneyball se plantea un desafío: jugar a otra cosa. No se trata de hacer trampa, si no de darle la espalda a lo que se supone que le gusta de este deporte. ¿La belleza del béisbol? ¡Tururú! Sólo ve los partidos a ráfagas y lleva años sin pisar el campo de su propio equipo. Algunos flashbacks explican la raíz de su desencanto. Era una joven promesa, fichada para grandes propósitos y abandonada cuando le cayó el sambenito de gafe encima.

Lo mejor de Moneyball no es ese guión sutil y medido –a medias entre Steve Zaillian y Aaron Sorkin–. Ni siquiera la madurez de un Pitt que aplica todo lo que ha aprendido observando a Redford o a su amigo George Clooney. Lo más fascinante de esta película es lo que pasa inadvertido. ¿Cómo puede resultar esperanzadora una película tan fría y desapasionada? Más allá de los tics de vestuario perfectamente incorporados por Pitt –el vasito para beber y el vasito para escupir– y la jugada matemática que trata de vendernos Jonah Hill, el mensaje de Moneyball es tan único como asquerosamente verosímil. Aquí no hay jugador sobresaliente que surge de la nada, tampoco entrenador supermotivador ni estado de gracia colectivo. La épica de la película consiste en que los Oakland Athletics vencen a los peces grandes con los números. Los mismos que estos gigantes escriben en los cheques se vuelven en su contra, dejando en evidencia el estado totalmente desvirtuado de las cosas.

En tiempos de asfixia y destinos ajenos a nuestro control –”lo dictan los mercados”–, puede que un cinismo activo sea el cabo al que agarrarse. Tan tocados estamos que para recuperar la fe no necesitamos a Tom Cruise cantando Free Fallin’ en el coche; nos conformamos con ver a Brad Pitt escupir en el vaso. 

MANUEL PIÑÓN

Valoración:

FICHA TÉCNICA

Moneyball
  • Director:
  • Género:

    Drama

  • País:
  • Sinopsis:

    Billy Beane es el director general de un equipo de béisbol de Oakland que, con un presupuesto mínimo pero ideas revolucionarias, logra alcanzar los primeros puestos de su categoría.

  • RESUMEN: Brad Pitt juega al béisbol con la calculadora y consigue que, por una vez, el pez pequeño plante cara al grande.

  • ESTRENO: 03/02/2012

  • Drama / EE UU / 2011 / Dir: Bennett Miller / Reparto: Brad Pitt, Jonah Hill, Philip Seymour Hoffman, Robin Wright Penn, Chris Pratt, Kathryn Morris / Guión: Aaron Sorkin, Steven Zaillian

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